La pastoral es un ministerio, servicio o área de trabajo en la iglesia. Es un servicio fraternal hecho en y por Jesucristo a favor de nuestro prójimo. Tiene como propósito generar la conversión de la persona o personas a Jesucristo, buscando lograr en ella o ellas una vida nueva, una nueva dimensión de su humanidad con respecto al reino de Dios, para que puedan alcanzar y gozar la plenitud de la vida.
Para ejercer la pastoral se requiere las siguientes condiciones:
Capacidad para el cuidado personal, interés, preocupación, seguimiento.
Capacidad de asesorar, dirigir, estimular, impulsar, discernir dónde está el otro.
Tener en cuenta que la relación debe ser interpersonal, humanizante.
Considerar que el centro de la pastoral es la personalidad humana, y que ésta es íntegra, global, e inagotable.
Todos los que estamos en el quehacer pastoral somos “siervos del Señor”. En la Biblia encontramos esta condición de ser siervos:
– Mateo 12:15-21: Jesús siervo del Señor.
– Mateo 23:11: el mayor es siervo de todos.
– Mateo 24:4-46, 25:21: el siervo fiel.
– Lucas 1:38: María sierva del Señor.
– Hechos 2:17-21: los siervos y siervas del Señor.
– Hechos 16:17: los siervos del Dios Altísimo.
– Romanos 1:1: Pablo siervo de Jesucristo.
En Jesucristo tenemos el prototipo claro del pastor y en Él tenemos el modelo de la vocación (Juan 10:11.14). El ministerio de Jesucristo nos describe los elementos básicos de la tarea pastoral en el ejercicio de su pastorado:
La disposición de servicio a los humildes.
El afán redentor.
La entrega personal.
La plegaria de intercesión.
La tarea educadora del grupo de discípulos.
La proclamación al pueblo.
La dimensión profética.
El juicio sobre los acontecimientos actuales (pecado).
Todos los que ejercemos la tarea pastoral tenemos que mostrar estas actitudes fundamentales que nos dejó el Maestro Jesucristo.
Por lo tanto el núcleo de la pastoral es el Amor de Dios.